Domingo 14 de
junio de 2015.
11º Domingo Ordinario
San Marcos 4,26-34: “El Reino de Dios es como un
hombre que echa la semilla en la tierra”.
Queridas
familias, nos llega un nuevo domingo. El Señor nos convoca por medio de su Palabra
viva y eficaz para mostrarnos el camino que lleva a la salvación. No perdamos
la oportunidad de celebrar juntos nuestra fe.
En el Evangelio
de este domingo se nos proponen dos parábolas acerca del crecimiento silencioso
del Reino de Dios. Se tratan de las parábolas de la semilla sembrada en el
campo y la del grano de mostaza. Jesús el Mesías es quien nos revela el sentido
de la historia y el que nos muestra la voluntad de Dios sobre el futuro de la
humanidad.
Parece curioso
que el Maestro represente el poderío y la soberanía del Reino de Dios a partir
de unos principios tan humildes y frágiles como son estas imágenes del mundo
agrícola. Sin embargo, como buen pedagogo, Jesús propone su enseñanza con la
firme seguridad de que su Padre actúa en la historia del mundo con la fuerza
innegable de una semilla que crece en el campo, o la potencia del grano de
mostaza, que siendo una de las más pequeñas semillas se convierte en arbusto.
La obra de Dios está en constante crecimiento y progreso, nada la detiene, y
está orientada a la vida en plenitud de sus hijos e hijas.
El Reino de Dios
no se detiene aunque la situación del mundo sea difícilmente soportable. En la
cosecha final Dios hará brillar la grandeza de sus juicios y pondrá en claro
las razones de su voluntad. Sin embargo, no se trata de que nos ajustemos a una
llana conformidad con los males del mundo. Dios nos pide la fe necesaria que
transformemos con la fuerza de su Evangelio la pequeñez de la semilla de
mostaza en un arbusto, la cosecha final en abundancia de bien.
¿Sentimos este
llamado a dedicarnos a engrandecer el Reino de Dios en nuestro ambiente familiar
y social, aunque sea con iniciativas humildes y poco vistosas por nuestra fragilidad?
Con pequeños gestos podemos comunicar al mundo un mensaje de esperanza, y
cambiar nuestro futuro incierto en la alegría innegable del Reino que se funda
en el amor y la fraternidad universal. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

