Domingo 20 de Septiembre de 2015
25º
Domingo Ordinario
San
Marcos 9,30-37: “El que quiere ser el
primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”
Estimados hermanas y hermanos,
llegue mi saludo cordial a todos ustedes a través de este medio que busca
acercar a las familias a la lectura y meditación del evangelio dominical. Que en
este día ustedes se sientan cada vez más cerca del Señor y de sus seres
queridos.
La Palabra que hoy se proclama
nos presenta Jesús atravesando la Galilea en compañía de sus discípulos. Él les
comparte cómo tendrá que sufrir la pasión, al igual que todos los grandes
profetas de Israel; la Buena Noticia del Reino de Dios será dada a luz con
dolores de parto, en medio de la contradicción y el rechazo de las autoridades
de la nación.
El estilo de vida que asume Jesús
aún no ha sido asimilado por sus seguidores, su pensamiento está centrado en
quién es el más grande, el más importante entre ellos. Esta idea se encuentra
en total discordancia con el mensaje del Maestro que anuncia el cambio del
mundo a través de la renuncia al poder asesino, egoísta y excluyente. Por eso,
Jesús toma a un niño, ser totalmente indefenso y sin derechos en aquella
sociedad, y se identifica con él: la suerte de los niños pobres será la misma
del Mesías Servidor que cargará la cruz y sufrirá la muerte para otorgarnos la
paz.
En nuestras familias se juega
muchas veces el juego de la competitividad y la violencia, buscando los
primeros puestos, esperando ser servidos. Según la enseñanza de Jesús nadie es
más que nadie, todos poseemos la misma dignidad y merecemos respeto y
consideración. Por ello, padres y madres están llamados enseñar a los hijos la
importancia de colaborar en los quehaceres del hogar; la armonía se construye
con el aporte de todos y todas. Cocinar, lavar, cuidar el orden, respetar los
espacios, servir sin esperar a cambio no tiene una connotación masculina o
femenina. Los conflictos cotidianos podrán ser superados fácilmente cuando
todos estemos realmente implicados en la construcción de nuestra familia. En la
medida de nuestras posibilidades podemos generar cambios cuando ejercemos la
autoridad y hacer de nuestro hogar una semilla del gran campo del Reino de
Dios. Este es el tiempo oportuno.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente,
P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

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