domingo, 24 de junio de 2012

DIOS MANIFIESTA SU MISERICORDIA



Domingo 24 de Junio de 2012
12º Domingo Ordinario
Lucas 1,57-66.80.
“¿Qué llegará a ser este niño?”

Estimados hermanos y hermanas, un fraternal saludo para ustedes, deseándoles que en este día estén compartiendo en familia las bendiciones del Señor que nunca abandona a su pueblo.

Este domingo 24 de Junio la liturgia celebra el nacimiento de Juan Bautista. El texto evangélico relata con inmensa belleza cómo Dios ha intervenido en la vida matrimonial de Zacarías e Isabel. Esta pareja, ya en su ancianidad, ha comprobado cómo Dios no les ha dejado en el olvido; han podido traer un hijo al mundo, fruto del amor. A su vez, este hijo, tiene grabada en su persona la vocación profética para preparar la venida del Mesías. La vejez de estos cónyuges, la esterilidad de Isabel y la incredulidad de Zacarías han sido vencidas por el nacimiento del profeta Juan, cuyo nombre significa “Dios es misericordia”.

En efecto, hermanos y hermanas, Dios se manifiesta misericordioso en la fragilidad de nuestras personas y de nuestra familia. Él puede trazar en nuestros campos áridos surcos de fertilidad, de nuevas relaciones, de amor fructífero y de compasión solidaria. Dios acompaña siempre la promesa hecha a los matrimonios. Donde hay oscuridad brillará la luz. Esa es la fe que nos sostiene. Esa es la fe que nos hace mirar con esperanza el futuro de las familias. Esa es la fe con nos mueve a transformar este valle de lágrimas de la tierra en el banquete festivo del Reino.

Por otra parte, debemos resaltar que recibir los hijos es bendición. Cuando un hijo o una hija llega a nuestra familia siempre se generan cambios, hay alegría, ganas de continuar el camino, se descubre la fuerza de Dios que imprime en la biología humana el signo de su Espíritu. Por eso, estamos llamados a descubrir el plan que Dios tiene trazado para nosotros al fundar una familia. Hay una tendencia muy grave en nuestras sociedades que rechaza el nacimiento de los niños, reflejada en las prácticas abortivas o en el egoísmo que rechaza la natalidad por mera estética o para llevar una vida fácil, todo lo contrario al plan de Dios.

Dios responde a nuestras inquietudes, pues Dios no es un Dios mudo. Él es el Dios de la promesa y de la bendición. Nos toca a nosotros escuchar, acoger, abrir el corazón para que Él habite. A veces nos hundimos en el sinsentido, en la frustración y en el fracaso, pero Dios puede transformar todo eso en vida plena. Los estándares de felicidad de nuestras sociedades jamás podrán compararse con la inmensidad del amor del Padre Bueno que interviene en nuestra historia. Acojamos, eduquemos y transmitamos la fe a nuestros pequeños para que ellos puedan proclamar, como la familia de Juan Bautista, que Dios es misericordia.

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

domingo, 17 de junio de 2012

LA SEMILLA DEL REINO EN NUESTRAS FAMILIAS



Domingo 17 de Junio de 2012
Marcos  4,26-34.
“La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”

Queridas familias, un saludo especial para ustedes, deseando que este domingo, día del padre, se encuentren unidos celebrando el milagro del amor que Dios, el buen Padre del cielo, nos da en nuestros papás de la tierra.

El Evangelio de hoy nos presenta la enseñanza de Jesús sobre el Reino de Dios con comparaciones sencillas tomadas de la vida campesina. Para Jesús, el Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra, y ésta crece sin él saber cómo. O es como una semilla de mostaza, que siendo de las semillas más pequeñas, se transforma en el contacto con el suelo, en un gran arbusto.

El Señor nos quiere decir, en primer lugar, que el Reino es acción-trabajo de Dios en el campo de nuestra vida. Es el mismo Dios el sembrador que tira la semilla de su Palabra en las realidades que nos toca afrontar cotidianamente. En segundo lugar, nos dice que esa Semilla-Palabra crecerá silenciosamente, llevándonos a la madurez plena en la fe: prosperaremos, desarrollaremos nuestras potencialidades y viviremos en armonía, como el arbusto de mostaza que crece, extiende sus ramas y acoge a las aves del cielo.

Como tierra buena, nuestras familias deben acoger esa semilla del Reino que Dios quiere sembrar. Así, nuestras familias saldrán del limbo existencial e infértil en el que están postergadas. La Semilla-Palabra del Reino de Dios nos ayudará a superar la inmadurez que caracteriza nuestras relaciones. La Palabra del Reino, hecha vida en nuestras vidas, nos transformará en personas acogedoras, solidarias, maduras y responsables en el amor. 

Hoy, día del padre, el Evangelio anima a los papás a comprender que la paternidad es más que engendrar y alimentar. En efecto, el Gran Padre del Cielo, el sembrador de la Palabra del Reino, demuestra que el campo debe ser cultivado, regado y protegido de la maleza para que la vida surja en su esplendor y fecundidad. Traer hijos al mundo es un don sagrado y formar una familia cristiana una tarea ardua, pero feliz. A nuestros hijos e hijas se les debe transmitir lo mejor del Reino: el amor, la compasión, la capacidad de lucha, la solidaridad y la nobleza de sentimientos. El papá que bebe de la fuente del Evangelio se levantará como el árbol frondoso que acoge a las aves del cielo; será el vivo testimonio de la gloria de Dios que opera en nuestro mundo formando verdaderos seres humanos, dignos de ser llamados hijos e hijas del Altísimo.

Este es el tiempo oportuno. ¡Feliz día, papás!

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

domingo, 10 de junio de 2012

LA EUCARISTÍA CREA FAMILIA




Domingo 10 de Junio de 2012
Solemnidad de Corpus Christi
Marcos 14,12-16.22-26.
“Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos”

Estimados hermanos y hermanas emefecistas, un saludo de paz para cada uno de sus hogares. Que la fuerza de Dios día a día les capacite para crear relaciones en armonía con todos.

Hoy celebramos la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hacemos memoria de Jesús, de su mensaje y de su presencia entre nosotros. Alabamos al Padre por el don maravilloso que actualizamos cada domingo, bajo el impulso del Espíritu. Cristo Jesús se hace alimento, pan de vida y bebida de salvación para nosotros, peregrinos del Reino.

El texto del Evangelio recrea la escena de la última cena de Jesús. Son los últimos y decisivos momentos de la vida del Maestro en compañía de sus discípulos. En el contexto de la cena de Pascua judía, Jesús hace un gesto feliz y desconcertante: ofrece el pan y el vino como verdadero Cuerpo y verdadera Sangre que nos reconcilia con Dios. Una cena sencilla, con elementos básicos de la Madre Tierra, el producto del trigo, el jugo de la uva, nos hermanan y hacen de nosotros una gran familia por la fe. Y es que, hermanos y hermanas, Jesús comprende bien que si no hay comida compartida, el proyecto del Reino se convierte en un proyecto frustrado. En Nazaret y en Galilea Jesús supo cómo la comida crea familia y enseñó, a la vez, como la familia del Reino debe compartir la comida material y espiritual, con los que pasan hambre en este mundo.

La festividad de hoy debe motivarnos a descubrir la importancia del comer juntos en casa, en familia. Estar sentados juntos alrededor de la mesa nos hace sentir uno en el Señor. Debemos hacer el esfuerzo para dejar el ego de lado, comer y platicar al calor del amor de hogar. Robémosle tiempo al reloj, dejemos la prisa, que nada puede sustituir en esta vida los momentos que podemos compartir en fraternidad. Estar allí, a la mesa, nos ayudará a descubrir la importancia de cada uno. Pues así como el pan no se hace con un solo grano de trigo, ni el vino sale solo del jugo de una sola uva, la familia no la hace solo una persona, ni dos, ni tres. Todos somos importantes y todos hemos de aportar lo que de bueno y limitado tengamos. Esa conciencia de sentirnos uno es la que nos lanzará a la solidaridad con los pobres del mundo, tal como lo hizo el Señor con las multitudes hambrientas de Galilea.

Asimismo, estamos llamados a aprovechar el Día del Señor para ir juntos a la misa, orar y entrar en la órbita de Jesús Resucitado, que quiere servir en la gran mesa de la Tierra su banquete celestial. Celebrando juntos la fe fortaleceremos nuestro proyecto familiar y eclesial.

Este es el tiempo oportuno.


Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.


domingo, 3 de junio de 2012

LA FAMILIA TRINITARIA


Domingo 3 de Junio de 2012
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Mateo 28, 16-20
“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

Queridos hermanos y hermanas Emefecistas, después de haber celebrado Pentecostés, cerramos el ciclo de la Pascua y retomamos este domingo el tiempo ordinario, con la celebración gozosa de la Trinidad de Dios.

Nos acercamos al misterio del Dios que nos ama, y que se nos ha revelado en la historia como comunidad-familia de amor. Tres personas, un solo Dios verdadero. Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Dios Trino y Uno, es para los cristianos y cristianas modelo de comunión y solidaridad para la humanidad.

Nuestras familias hallarán en la Trinidad la razón de vivir unidas. En efecto, si nos esforzamos en cultivar la oración, la lectura de la Palabra, el perdón mutuo y la caridad solidaria, estaremos cada día más sumergidos en la dinámica de amor que envuelve a la divinidad. Las relaciones que caracterizan la vida del Padre y del Hijo y del Espíritu se fundan en un amor sin fin, siempre renovado y derramado a la humanidad. En la Trinidad hay un “darse” y un “recibir” que sostiene en equilibrio el universo.  La armonía del cosmos, la providencia de la Madre Tierra, y la fraternidad entre los humanos son el signo glorioso de ese intercambio ininterrumpido.

El Evangelio nos muestra que siendo discípulos y misioneros de la Buena Noticia entraremos en la órbita de la Trinidad:

Discípulas y discípulas: seguidores de Jesús, el Hijo Amado del Padre, que desea que este mundo arda en el fuego del Espíritu. Discípulos de Jesús, orante, predicador, maestro de los pobres.

Misioneros y misioneras: para ir y enseñar a pueblos y naciones a vivir como imagen y semejanza del Dios Trinitario, a entregarse sustancialmente y recibir sin medida para que la humanidad toda se alimente del banquete escatológico.

Estamos llamados en este día a formar una gran familia que viva relaciones de armonía con con Dios, la naturaleza y los demás. Permitamos que el amor divino llegue a la raíz del corazón y lo fecunde de felicidad. Abramos paso al Reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en nuestras familias.

Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.