domingo, 10 de junio de 2012

LA EUCARISTÍA CREA FAMILIA




Domingo 10 de Junio de 2012
Solemnidad de Corpus Christi
Marcos 14,12-16.22-26.
“Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos”

Estimados hermanos y hermanas emefecistas, un saludo de paz para cada uno de sus hogares. Que la fuerza de Dios día a día les capacite para crear relaciones en armonía con todos.

Hoy celebramos la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hacemos memoria de Jesús, de su mensaje y de su presencia entre nosotros. Alabamos al Padre por el don maravilloso que actualizamos cada domingo, bajo el impulso del Espíritu. Cristo Jesús se hace alimento, pan de vida y bebida de salvación para nosotros, peregrinos del Reino.

El texto del Evangelio recrea la escena de la última cena de Jesús. Son los últimos y decisivos momentos de la vida del Maestro en compañía de sus discípulos. En el contexto de la cena de Pascua judía, Jesús hace un gesto feliz y desconcertante: ofrece el pan y el vino como verdadero Cuerpo y verdadera Sangre que nos reconcilia con Dios. Una cena sencilla, con elementos básicos de la Madre Tierra, el producto del trigo, el jugo de la uva, nos hermanan y hacen de nosotros una gran familia por la fe. Y es que, hermanos y hermanas, Jesús comprende bien que si no hay comida compartida, el proyecto del Reino se convierte en un proyecto frustrado. En Nazaret y en Galilea Jesús supo cómo la comida crea familia y enseñó, a la vez, como la familia del Reino debe compartir la comida material y espiritual, con los que pasan hambre en este mundo.

La festividad de hoy debe motivarnos a descubrir la importancia del comer juntos en casa, en familia. Estar sentados juntos alrededor de la mesa nos hace sentir uno en el Señor. Debemos hacer el esfuerzo para dejar el ego de lado, comer y platicar al calor del amor de hogar. Robémosle tiempo al reloj, dejemos la prisa, que nada puede sustituir en esta vida los momentos que podemos compartir en fraternidad. Estar allí, a la mesa, nos ayudará a descubrir la importancia de cada uno. Pues así como el pan no se hace con un solo grano de trigo, ni el vino sale solo del jugo de una sola uva, la familia no la hace solo una persona, ni dos, ni tres. Todos somos importantes y todos hemos de aportar lo que de bueno y limitado tengamos. Esa conciencia de sentirnos uno es la que nos lanzará a la solidaridad con los pobres del mundo, tal como lo hizo el Señor con las multitudes hambrientas de Galilea.

Asimismo, estamos llamados a aprovechar el Día del Señor para ir juntos a la misa, orar y entrar en la órbita de Jesús Resucitado, que quiere servir en la gran mesa de la Tierra su banquete celestial. Celebrando juntos la fe fortaleceremos nuestro proyecto familiar y eclesial.

Este es el tiempo oportuno.


Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.


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