Domingo 3 de Junio de 2012
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Mateo 28, 16-20
“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Queridos hermanos y hermanas Emefecistas, después de haber
celebrado Pentecostés, cerramos el ciclo de la Pascua y retomamos este domingo
el tiempo ordinario, con la celebración gozosa de la Trinidad de Dios.
Nos acercamos al misterio del Dios que nos ama, y que se nos
ha revelado en la historia como comunidad-familia de amor. Tres personas, un
solo Dios verdadero. Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Dios Trino y Uno, es para
los cristianos y cristianas modelo de comunión y solidaridad para la humanidad.
Nuestras familias hallarán en la Trinidad la razón de vivir
unidas. En efecto, si nos esforzamos en cultivar la oración, la lectura de la
Palabra, el perdón mutuo y la caridad solidaria, estaremos cada día más
sumergidos en la dinámica de amor que envuelve a la divinidad. Las relaciones
que caracterizan la vida del Padre y del Hijo y del Espíritu se fundan en un
amor sin fin, siempre renovado y derramado a la humanidad. En la Trinidad hay
un “darse” y un “recibir” que sostiene en equilibrio el universo. La armonía del cosmos, la providencia de la
Madre Tierra, y la fraternidad entre los humanos son el signo glorioso de ese
intercambio ininterrumpido.
El Evangelio nos muestra que siendo discípulos y misioneros
de la Buena Noticia entraremos en la órbita de la Trinidad:
Discípulas y discípulas: seguidores de Jesús, el Hijo Amado
del Padre, que desea que este mundo arda en el fuego del Espíritu. Discípulos
de Jesús, orante, predicador, maestro de los pobres.
Misioneros y misioneras: para ir y enseñar a pueblos y
naciones a vivir como imagen y semejanza del Dios Trinitario, a entregarse
sustancialmente y recibir sin medida para que la humanidad toda se alimente del
banquete escatológico.
Estamos llamados en este día a formar una gran familia que
viva relaciones de armonía con con Dios, la naturaleza y los demás. Permitamos
que el amor divino llegue a la raíz del corazón y lo fecunde de felicidad.
Abramos paso al Reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en nuestras
familias.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

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