31º Domingo Ordinario
San Marcos 12,28b-34.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y al
prójimo como a ti mismo”
Apreciados hermanos y hermanas: un saludo caluroso para ustedes que
luchan por construir familias según el plan de Dios. Que este día sea la
oportunidad para sembrar la buena noticia en el corazón de nuestro mundo.
En el evangelio de este domingo San Marcos nos presenta la escena de un
diálogo entre un escriba y Jesús. El tema: ¿Cuál es el principal de los
mandamientos? La inquietud del escriba radica por un lado en la abundancia de
leyes que rigen la religiosidad judía y por otra la polémica interminable que
los “conocedores de la ley de Moisés” entablan con el humilde maestro de Nazaret.
Jesús responde con una síntesis impecable de la alianza y los profetas
del Antiguo Testamento: “Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”. Esta síntesis
cobra sentido en la predicación de Jesús a los humildes y empobrecidos de
Galilea, que no tenían acceso a la misericordia divina por el sistema
sacrificial y tributario del templo. Un pobre marginal jamás llegaría a pagar
tributos y animales para borrar sus pecados según los ritos sacerdotales. El
tema de fondo es “cómo se agrada a Dios de verdad”. Para el Señor la respuesta
es clara: sólo en la vivencia del amor sin límites a Dios y al prójimo
encontraremos el perfecto cumplimiento de la alianza y accederemos
gratuitamente a la misericordia.
Nuestra sociedad, ordenada según leyes, estatutos, reglamentos, debe
poner como centro la dignidad humana y la justicia. Ninguna ley puede estar por
encima del derecho a vivir como seres humanos en igualdad de condiciones. El
ejercicio de la promulgación de leyes debe estar en manos de personas
conscientes que respeten el orden establecido por Dios. En el ámbito moral,
económico y social deben haber unos principios inviolables que tiendan a borrar
las huellas de inhumanización que hoy por hoy están grabadas en el corazón y en
el actuar humano. Lamentablemente es en las sociedades primermundistas y ateas
donde se gesta el acaparamiento injusto de los bienes de la tierra, y donde se
maquinan políticas que afectan el bienestar de los pueblos. Conclusión: nuestras
familias están expuestas a leyes que deterioran y destruyen la vida.
El reto que tenemos en este Año de la Fe es crear un nuevo orden social
y familiar basado en el amor crudo, sin límite, sin medias tintas y sin aroma a
telenovela. Debemos demostrar en nuestro movimiento que este amor que sentimos
por el Dios Eterno lo vivimos de verdad en el amor a nuestro prójimo. Pidamos para
ello que el Señor que nos dé un corazón semejante al suyo.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

No hay comentarios:
Publicar un comentario