domingo, 27 de enero de 2013

COMUNIQUEMOS BUENAS NOTICIAS







 Domingo 27 de Enero de 2013

3º Domingo Ordinario
Lucas 1,1-4.4,14-21.
“Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres”

Feliz domingo, hermanas y hermanos. Que la fuerza del Resucitado les llene de vida y positividad en las labores de cada día.

Hoy el evangelio nos relata cómo la fama de Jesús se extiende por toda Galilea. Nos dice, además, que Jesús llegó a Nazaret y visitó la sinagoga como era su costumbre. Allí leyó el pasaje del profeta Isaías que habla del tiempo del Mesías, tiempo de gracia para los pobres del pueblo. Ante la comunidad que escucha atenta, Jesús actualiza estas palabras de liberación diciendo “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”.

Jesús vuelve a sus raíces, al pueblo que le vio crecer, para presentar su programa de vida: consolar, liberar, dignificar, dar luz… son los verbos que caracterizan su forma de anunciar la cercanía del Reino del Padre. Desde la pobreza y el anonimato de Nazaret, Jesús se lanza a la misión mesiánica, formando una pequeña comunidad que tiene como fin formar la gran familia de Dios, en la que todos, empezando por los pobres, tenemos un puesto en la mesa.

Jesús comunica esperanza, alegría, consuelo, dignidad, a personas pisoteadas y marginadas por la sociedad judía. Él es nuestro modelo en la comunicación que debemos mantener en nuestras familias. Nuestras casas se han convertido en lugares fríos, sin cercanía humana a causa de la paradógica incomunicación de nuestra era tecnológica. Nuestros hogares son casas cerradas al vecino por el miedo al robo y la violencia y por la tendencia individualista de nuestra generación. Las palabras de esperanza y de alegría de Jesús son energía pura que nos pueden ayudar para unirnos como familia. Hablemos con nuestros hijos, hijas, hermanos, cónyuges y digámosles lo mucho que los queremos y necesitamos. Derrumbemos el muro del prejuicio, del racismo y de la clase social y digamos a nuestros prójimos que Dios es cercano, que Dios es amor y que es posible la fraternidad universal. Comuniquemos a nuestra Madre Tierra el respeto que ella merece no contaminando, cuidando del agua y de la limpieza del ambiente.

Comuniquemos en familia la buena noticia de Jesús. Salgamos de nuestro pequeño núcleo familiar y ayudemos a la Iglesia a ser misionera e itinerante en aquellos lugares donde sólo hay dolor y desesperanza. Somos bautizados y tenemos también la unción del Espíritu de libertad que plenifica al corazón de nuestro Maestro: dejemos que Él actúe en nosotros.

 Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

domingo, 20 de enero de 2013

EL VINO NUEVO EN MI MATRIMONIO


 
Domingo 20 de Enero de 2013
2º Domingo Ordinario
San Juan 2,1-11.
“Hagan todo lo que él les diga”

Estimados hermanos y hermanas, mi saludo cordial, deseándoles que la presencia de Dios esté bendiciendo sus hogares. Que en este día de resurrección ustedes sientan la fuerza del amor que es capaz de transformarlo todo.

En el evangelio de este día se nos relata el primer signo milagroso en la actividad pública de Jesús, con el cual “manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él”. La escena se realiza en un banquete de bodas, donde Jesús, su Madre y los discípulos están invitados. En medio del festejo se acaba el vino y María, que tiene un corazón atento las necesidades de los demás, busca a su Hijo para avisarle de lo sucedido. “Mi hora no ha llegado todavía”, dice Jesús; sin embargo su Madre manda a los sirvientes a hacer “todo lo que Él diga”. Jesús manda a llenar las tinajas con agua y ésta se transforma en un vino nuevo y tan exquisito que a todos sorprendió.

El vino es un elemento muy presente las fiestas de boda. Al alzar la copa manifestamos los buenos deseos y bendiciones que ofrecemos al matrimonio que inicia su camino. La nueva pareja y los invitados bebemos el vino, en común alegría, afirmando con ello que el amor es posible.

No es vano que el evangelista proponga este signo milagroso como el inicio de la misión de Jesús. Dios restaura en Jesús aquella primera relación de pareja, la de Adán y Eva, que se frustró por el egoísmo y la ambición. Dios pronuncia su palabra misericordiosa sobre toda la humanidad y quiere realizar una nueva alianza en el amor con nosotros. Esta es la hora de Jesús, la hora de la buena noticia para los que sufren el fracaso en sus vidas: Dios puede hacer lo imposible para hacernos felices. La indicación de María nos recuerda la historia del Éxodo, donde se mandó al pueblo a escuchar y a obedecer los preceptos de la Alianza. Dios atraviesa la historia humana para transformarla en una boda, donde abunda la alegría, donde la fe en el amor desbordante.

Muchos matrimonios están hoy urgidos de vino nuevo. Aquellas promesas juradas ante el altar hoy se encuentran debilitadas y desgastadas. La invitación del Señor en este día es para que renueven el brindis que festejó su unión matrimonial. Las palabras de María, “hagan lo que Él les diga”, son portadoras de esperanza para las parejas que ya no hayan sentido a su relación; la hora de Jesús es vigente y actual. Confiemos en Él, dispongamos nuestras vasijas para que el transforme aquél amor envejecido, en vino nuevo de felicidad. Venzamos nuestro ego, abramos campo al Dios de la Alianza.

Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

domingo, 13 de enero de 2013

UNA OPCIÓN RADICAL



Domingo 13 de Enero de 2013
Fiesta del Bautismo del Señor
Lucas 3,15-16.21-22.
“Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”

Queridas familias, un saludo lleno de vida para ustedes, deseando que la paz de Dios habite en sus hogares diariamente.

Este domingo la Iglesia celebra la Fiesta del Bautismo del Señor, con la que retornamos al tiempo ordinario. De la vida sencilla, silenciosa y cotidiana de Nazaret damos un salto en el tiempo para encontrarnos con Jesús ya adulto sumergido en las aguas del río Jordán. Pasamos de la vida oculta a la vida pública; del calor del hogar de María y José a la opción radical de Jesús por el Reino, en medio del pueblo.

Dice el Evangelio que el pueblo estaba a la expectativa. El hambre, el robo de las tierras por parte de los terratenientes, los impuestos, el sistema religioso corrompido por las autoridades, la angustia ante el ejército romano, el horror de la exclusión, el silencio de los profetas… habían despojado el alma de Israel. Pero Juan Bautista encendió la llama de la esperanza en sus corazones y el pueblo, con ojos abiertos, anhelaba ansioso la llegada de su Mesías Libertador. Multitud de personas acudían a recibir este bautismo de agua para preparar su advenimiento.

En medio de este pueblo esperanzado está también Jesús, quien lee los signos de la historia y va descubriendo “su hora”. Jesús se hace solidario con este pueblo fiel y da el paso radical en las aguas bautismales para anunciar la buena noticia de la cercanía de Dios. Jesús se sumerge en Dios, en su Espíritu y se manifiesta ante el pueblo como el Hijo amado. La filiación de Jesús, su “ser” y “sentirse” Hijo de Dios le impulsará a sanar y liberar las vidas atribuladas por tanta aflicción.

¿Qué pasa en nuestras familias que nuestros hijos e hijas no hacen opciones radicales como las de Jesús? ¿Qué tipo de educación y de fe les transmitimos? Jesús pasó de Nazaret al Jordán, para servir al pueblo. Nuestra Iglesia necesita héroes para seguir anunciando el Reino y ofrecer la esperanza divina; necesita de familias que hagan opciones radicales saliendo de la comodidad para convertirse en profetas de la vida. Urgen familias que anuncien a otras familias que Dios es la respuesta a la incertidumbre de nuestros días.

Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.