19º Domingo Ordinario
San Lucas 12, 32-48: “Donde esté su tesoro, allí
estará también su corazón”
Queridos hermanos y hermanas, una vez más nos amanece
la luz del domingo. Que en este día, unidos al Señor, sepamos reavivar el don
del amor en la familia y podamos comunicarlo en nuestra sociedad.
La liturgia de este día se centra en el tema de la
vigilancia y la responsabilidad cristianas, valores un tanto descuidados en
nuestro tiempo. El texto evangélico de Lucas inicia con unas provocadoras
palabras de Jesús llamándonos a abandonar el temor, confiándonos el Reino de su
Padre y animándonos a despojarnos de nuestras posesiones para abrirnos a la
solidaridad. Asimismo, valiéndose de distintas comparaciones, nos exhorta a
estar preparados, cuidando responsablemente de los deberes que el Padre nos ha
encomendado.
Dios ha dado a cada persona una responsabilidad en
este mundo. A algunos les ha dado la misión del matrimonio, la de ser padres o
madres de familia; a otros el ser líderes del pueblo, a otros ser servidores en
la Iglesia. A todos se nos ha confiado una tarea y por ello es prioritario que
tengamos clara cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. A esa voluntad
divina debemos ser fieles y en ella debemos mantenernos. Por eso, debemos
silenciar las voces que escapen de los márgenes del plan de Dios y abrirnos a
la escucha de la Palabra Viva en los acontecimientos de la historia, en la
enseñanza de la Iglesia y, por supuesto, en la meditación bíblica. Dios siempre
ofrece los medios adecuados para que comprendamos qué debemos hacer en los
momentos de aridez, duda o dificultad. Como Jesús debemos clamar siempre
“hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.
Ser responsables significa también trabajar con
excelencia y dedicación para la gloria de Dios. No debe haber cabida a la
mediocridad, a la pereza, o a las medias tintas. Desde la humildad de nuestras
familias debemos ofrecer lo mejor a Dios en la vivencia del amor, del respeto y
la fidelidad. En el trabajo ser esforzados y justos. En la Iglesia ser modelos
de caridad, de compromiso evangelizador y de lucha contra el mal.
En medio de este mundo que privilegia la riqueza y la
vanidad por aquellas cosas que no nos llevaremos ni a la tumba, Jesús nos
motiva a acumular un tesoro inagotable en el cielo, centrando nuestro corazón
en el amor y en la justicia. Que estos dones preciosos los empecemos a
almacenar progresivamente en el calor de nuestro hogar.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

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