Domingo 22 de
marzo de 2015
5º Domingo de Cuaresma
San Juan 12,20-33: “Ha llegado la hora en que el Hijo del
hombre va a ser glorificado”
Queridas familias,
paz y bendición para ustedes. Estamos a pocos días de la celebración de la
Semana Mayor, donde dirigiremos nuestra mirada a Jesús, muerto y resucitado por
nuestra salvación. Que el amor de Dios manifestado en su Hijo les ayude a
fortalecerse en la fe y la entrega cotidiana.
En el Evangelio
que se proclama este domingo, Jesús y sus discípulos se encuentran en Jerusalén
para la celebración de la pascua judía. Comenzando la escena, aparecen unos griegos
temerosos de Dios que también han ido a la ciudad santa a celebrar la pascua; allí han tenido noticia de las obras de Jesús
y por eso lo buscan y desean hablar con él. Aunque después desaparezcan del
relato son importantes porque son representativos de aquellos hombres y mujeres
extranjeros que acogerán la buena noticia de salvación por la predicación de
los apóstoles, después de la resurrección.
La visita de
estos griegos da pie a Jesús para hablar a los presentes de su glorificación;
la hora de su pasión, muerte y resurrección. Con una sencilla metáfora el
maestro desvela el misterio de su glorificación: la semilla cae en tierra y
muere para dar origen a la nueva planta y producir mucho fruto; del mismo modo,
quien quiera crecer, alcanzar plenitud de vida y dar fruto, debe renunciar a sí
mismo, a su tendencia egoísta. Hay que entrar en la lógica de la cruz para
entrar en la vida plena: el que se busca a sí mismo se perderá, el que entrega
la vida la gana. El Reino de Dios se conquista por un amor entregado hasta dar
la vida.
Ante el misterio
de la cruz Jesús siente miedo, el mismo miedo que experimentará en la noche de
la agonía de Getsemaní. Sin embargo, será en la cruz donde brillará la luz del
amor que supera todo temor. Es en la cruz donde Jesús llevará a pleno
cumplimiento la voluntad del Padre, revelando al mundo que es el amor el que salva
y da vida verdadera. Esta es la verdad que nos libera. Esta es la verdad que
acogerán las naciones como buena noticia.
Hermanos y
hermanas, hoy estamos invitados a erradicar nuestro egoísmo y unirnos a Jesús
en su entrega de amor. El ego se opone a la entrega, a la fidelidad, al
servicio desinteresado. La cruz es el camino que nos conduce a la verdadera
felicidad. Cuando seamos capaces de renunciar a nosotros mismos, a nuestros
propios intereses, y pensar en el bien y la felicidad de los demás, brotará de
nuestra vida el torrente inagotable de la fuerza del Señor. Sigamos a Cristo en
la hora de su glorificación. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

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