Domingo 11 de Marzo de 2012
Domingo 3º de Cuaresma
Juan 2,13-25
"No conviertan en un mercado la casa de mi Padre"
Seguimos progresando en el espíritu de la liturgia cuaresmal. Hoy la Palabra de Dios nos presenta a Jesús realizando un acto simbólico, al estilo de los profetas del Antiguo Testamento. Ardiendo en celo por la casa de su Padre, expulsa a vendedores y comerciantes del Templo de Jerusalén, centro religioso y político de la nación judía. Para el Señor es inconcebible negociar con la misericordia de Dios a base de sacrificios y ofrendas. Por eso, su acción es una denuncia clara contra la idolatría del dinero y del poder. Jesús inicia un tiempo nuevo en el que las relaciones con Dios son basadas en el amor, la justicia y la solidaridad interhumana.
“No conviertan en un mercado la casa de mi Padre” es su grito profético. Pensemos en nuestras familias, en nuestras propias “casas”. ¿Será que las hemos convertido en un “mercado”, en un “hotel”, en donde “Don Dinero” es quien manda? ¿Será que hemos proyectado a nuestros pequeños una imagen de un Dios lejano, encerrado en su templo? ¿Hemos sabido comunicar a nuestros hijos e hijas los principios éticos de justicia y amor al prójimo, que emanan del seguimiento de Cristo?
Como Emefecistas debemos ir contra el “espíritu del mercado” que convierte al ser humano en un número, en una estadística, en elemento desechable. Nuestras familias de Latinoamérica sufren, hoy más que nunca, la injusticia de la mala distribución de los bienes de la tierra. Su clamor llega a los oídos del Padre. Estamos llamados a hacer de nuestro hogar una verdadera “Casa de Dios”, en donde Él y su ley rijan nuestras relaciones y nuestras decisiones.
En esta semana III de nuestra Cuaresma 2012, hagamos un esfuerzo por hacer de nuestros hogares verdaderas “Casas de Dios”.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

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