29º Domingo Ordinario
San Marcos 10,35-45.
“El mismo Hijo del hombre no vino para ser servido,
sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”
Mis queridos hermanos y hermanas: un saludo caluroso y sincero para
ustedes, deseando que en sus familias el Dios de la Vida reine en su plenitud.
Que este domingo sea la oportunidad para amar y servir a nuestro prójimo.
La Palabra de este día nos centra en el tema del servicio cristiano: el
poder que nos hace libres. De camino, Santiago y Juan piden a Jesús algo
desconcertante: ocupar los puestos de privilegio y honor. Los otros discípulos
se disgustan, quizás porque los otros han verbalizado lo que ellos soñaban para
sí mismos. El Señor les alecciona: quien quiera seguirle en fidelidad ha de
beber su mismo cáliz, es decir, padecer su mismo destino de sufrimiento para
entrar en la vida. El camino que lleva a la gloria pasa irrenunciablemente por
la cruz.
La vida cristiana no se edifica sobre la falsedad, la violencia y la corrupción
humanas, al estilo de los gobernantes de turno. El Reino de Dios es amor y
servicio desinteresado. El cristiano auténtico no esclaviza, ni somete, ni mata
al inocente.
Nuestro mundo ha perdido calor humano. Tanta violencia y afán de ser el
más fuerte nos hace entrar en una especie de era de hielo, que aniquila la
alegría de vivir. Muchos de nuestros hogares están sumidos en una espiral de
violencia, en la que la mujer y los niños son los primeros afectados. Por eso
el Señor levanta su voz profética en este día: “Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser
grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se
haga servidor de todos”. Debemos hacernos servidores de todos y todas para
ser grandes: arrancar de raíz el egoísmo, pensar más en las necesidades de los
demás, ser respetuosos de la dignidad humana, desterrar el afán machista y
patriarcal de nuestra mente. Hermanos y hermanas: erradiquemos las estadísticas
de violencia intrafamiliar de nuestra patria.
Pidamos al Señor que nos dé esa capacidad de amar como Él lo hizo. Que
nos dé ese poder de servir que nos da la libertad auténtica. Él nos amó, se
puso a nuestro servicio y dio su vida en rescate por una multitud.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

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