17º Domingo Ordinario
San Lucas 11,1-13: “Señor, ensénanos a orar, como
enseñó Juan a sus discípulos”.
Hermanos y hermanas: llegue a ustedes mi saludo
afectuoso, deseando que en sus familias los lazos de amor sean siempre
fortalecidos por la fuerza de Dios Padre Misericordioso.
En este día el tema central de la liturgia es la
oración cristiana. Los discípulos se acercan al Señor pidiéndole que les enseñe
a orar como Juan enseñó a sus discípulos. Es así como Jesús comparte con ellos
su estilo particular de orar, proponiendo el modelo de plegaria por todos
conocido: el Padrenuestro. Se trata de una oración modélica que encierra los
principales ideales y valores que movieron a Jesús como mensajero de la Buena
Noticia: el Padre, el Reino, el pan, el perdón, la resistencia ante el mal.
La oración es un elemento distintivo de la vida de
Jesús; los momentos decisivos de su existencia están marcados por el diálogo de
amor con su Abbá. Desde el comienzo
de la vida pública en el Jordán, pasando por el anuncio del Reino y en el
momento culminante del sacrificio de la cruz la oración es un eje transversal
que da sentido, unidad y plenitud a la relación que Jesús mantiene con su
Padre.
Jesús es el maestro de oración por excelencia. Por
ello, cuando Él habla de la oración a sus discípulos les indica unas
características esenciales:
-
Cuando oramos nos dirigimos a un Dios que es Padre, que conoce nuestra
necesidad y que se compadece siempre de nosotros.
-
Esta oración está marcada por la confianza. No debe haber temor alguno,
ni debemos llenarnos de méritos para que Él nos escuche.
-
En la oración no se piden cosas superficiales, sino, ante todo, que se
cumpla la voluntad del Padre, así en la tierra como en el cielo.
-
Lo mejor que podemos pedir al Padre es su Espíritu, aliento de vida,
fuerza de la misión, alma de la Iglesia.
Hermanos y hermanas, estamos en una nueva primavera de
la Iglesia. Es tiempo de levantar a las familias según el proyecto de Dios. Hoy
el Papa Francisco, en la misa conclusiva de la JMJ 2013 en Río de Janeiro, nos
decía: “Compartir la experiencia de la
fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor
confía a toda la Iglesia”. Precisamente es en la familia donde el amor y la
fe en el Padre deben empezar a germinar cuando los padres enseñen a los
pequeños el valor de orar. Orando nuestras familias recobrarán la fuerza de la unión
y de la pasión apostólica que la Iglesia necesita para esta nueva época.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.
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