sábado, 25 de abril de 2015

SIGUIENDO AL BUEN PASTOR



Domingo 26 de Abril de 2015
4º Domingo de Pascua.
San Juan 10,11-18: “Yo soy el Buen Pastor”.

Queridos hermanos y hermanas, reciban de mi parte un saludo afectuoso deseándoles paz y vida abundante en sus hogares.

Hoy celebramos, como Iglesia, el Domingo del Buen Pastor. Hacemos memoria de Jesús que, con sus gestos y sus palabras, convoca de los cuatro puntos cardinales al Pueblo de Dios disperso para hacernos una gran familia. También celebramos y oramos por aquellos que dentro de la Iglesia tienen una misión especial de pastorear y apacentar a los hermanos en la fe: los sacerdotes, los religiosos y religiosas y laicos comprometidos que se han apasionado por Jesucristo y han dado un sí radical para continuar su obra en el mundo.

En el texto evangélico que hoy se nos proclama, Jesús presenta su misión desde una imagen muy significativa: Él es el pastor. Entre el pastor y las ovejas hay una relación de mucha cercanía; el pastor cuida del redil, conoce el nombre de cada oveja, las ovejas reconocen su voz, él les abre la puerta y las conduce hacia afuera para que se alimenten. Hay un dato curioso y es que los pastores guían al rebaño desde atrás con su voz y no por delante, como dice Jesús; sin embargo, comprendemos, a la luz de la resurrección, que Jesús nos lleva la delantera para guiarnos en el camino de la fe. Tan importante es esta imagen del pastor que los profetas del Antiguo Testamento identifican a Dios como el único pastor del pueblo, en contraposición con los gobernantes que acaban con el alimento y la vida misma del pueblo. Jesús asume con toda radicalidad esta idea afirmando que Él no viene a matar, a robar o destruir, sino a darnos vida en abundancia.

Hoy, como familias, reproducimos y cumplimos la misión de ser pastores, guiando a las nuevas generaciones a la fuente viva de la fe. Estamos llamados a defender a nuestros hijos de una sociedad que le ha dado la espalda a Dios, el Padre de la Vida. Con Jesús, el gran pastor, levantamos la voz y el cayado para ahuyentar a lobos y ladrones de nuestros hogares. Jesús nos invita a entrar por la puerta, no a quedarnos afuera, sino a entrar para experimentar la alegría de ser hijos e hijas de Dios. Hermanos y hermanas, comprendamos que sólo unidos a Él encontraremos el sentido de la historia que nos toca escribir como familias. No seamos sordos a su voz.

Te invito a que retomes el texto del Evangelio y al final orar con esta hermosa poesía de Lope de Vega:

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?


Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

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