lunes, 27 de agosto de 2012

SEGUIR A JESÚS A CONTRACORRIENTE




Domingo 26 de Agosto de 2012

21º Domingo Ordinario
San Juan 6,60-69.
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna”

Estimados hermanos y hermanas Emefecistas, que este día sea una buena oportunidad para fortalecer el amor familiar, en el encuentro con el Señor.

Durante estos domingos la Liturgia de la Palabra se ha centrado en el capítulo 6 del Evangelio de Juan, en la enseñanza sobre el Pan de Vida. A partir del signo solidario de la abundancia de pan y de peces, Jesús quiso animar a las multitudes a no quedarse sólo con el alimento material, sino a comer también aquél alimento que sacia y da la vida: su Cuerpo, su Sangre.

Para los oyentes esta enseñanza resultó sumamente dura, pues “comer” el Cuerpo y la Sangre de Jesús es reconocerle en primer lugar como el Enviado del Padre y aceptar sus valores y opciones, hacer las obras de Dios, como el alimento de la propia existencia. Comerse panes y peces es fácil, comerse los ideales y valores del Reino encarnados en Jesús era algo inaceptable para quienes no habían dado aún el paso de la fe.

En efecto, hermanos y hermanas, formar una familia puede parecer una cosa fácil. Pero fundar una familia según los ideales del Reino de Dios es cosa arriesgada, tan arriesgada y dura como les pareció a los judíos comerse la Carne y la Sangre de Jesús. Vivir el amor y darlo todo por la felicidad de los demás no es muy halagador para la sociedad de hoy, que privilegia el éxito personal y el egoísmo por encima del bien de todos. Sin embargo, como cristianos, hombres y mujeres de fe, sabemos que este es el camino. Sabemos que sin Jesús y sus ideales la vida se torna gris y sin sentido. Las palabras de Pedro, “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna”, brotan también de nuestros labios cuando vemos el caos que hay en el corazón de tanta gente que se ha alejado de Dios.

Por eso, no demos espacio al espíritu de este mundo en nuestras familias. Avancemos a contracorriente. Pongamos fija la mirada en Jesús, asimilemos sus valores, escuchemos su Palabra, compartamos su Mesa, abracemos la Cruz. Que Jesús no nos diga “¿También ustedes quieren irse?” Este es el camino certero que nos llevará a la vida.

 Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.

domingo, 19 de agosto de 2012

EL PAN DE NUESTRA FAMILIA


Domingo 19 de Agosto de 2012
20º Domingo Ordinario
San Juan 6, 51-58.
“Mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida”

Hermanos y hermanas, el Señor esté siempre en sus hogares alentando la vida y el amor en su diario caminar. Que este domingo la luz de la Palabra brille en todo su esplendor.

En el evangelio de este día, Jesús continúa su enseñanza sobre el pan y se presenta a sí mismo como alimento que da la vida: alimento para nuestro peregrinar cristiano y alimento que nos asegura la vida definitiva en la resurrección. Es alimento que nos hace entrar en comunión con el Señor, haciéndonos uno con Él.

Como familia que ha hecho alianza con Dios, debemos participar dominicalmente en la Eucaristía. La mesa del banquete se ofrece gratuitamente para nosotros. Él nos espera como el servidor y nos ha preparado nuestro lugar. Debemos tomar conciencia de lo que Él nos ofrece y dedicar el tiempo necesario para vivir la misa como un momento especial de encuentro con el Señor. Juan Pablo II enseñaba que “el tiempo ofrecido a Cristo nunca es un tiempo perdido, sino más bien ganado para la humanización profunda de nuestras relaciones y de nuestra vida” (Dies Domini 7).

Cuando no encontremos respuestas en nuestra vida, cuando el amor haya perdido su fuerza, cuando los problemas nos abrumen, cuando la tentación se nos eche encima, cuando hayamos perdido la esperanza… la Eucaristía será nuestro mejor alimento. Nada mejor podrá sustituir lo que Dios nos regala. Como MFC debemos procurar siempre participar con fe viva en la liturgia de la Iglesia. Como hijos e hijas que nos sentamos a la mesa recibamos con humildad el alimento bueno que se nos ofrece.

A nuestras familias se les suele llamar Iglesias Domésticas, “esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entera (EN 71), lo cual supone la vivencia familiar de la fe, la esperanza y el amor, que se han de expresar, entre otras formas, en la liturgia familiar, en la comunión y participación y en la reconciliación” (SuSuSu 44).

Permitamos al Señor que actúe en nuestras vidas. Este es el tiempo oportuno.

Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.