2º Domingo de Adviento
Lucas 3,1-6.
“Todos los hombres verán la salvación de Dios”
Hermanos y hermanas, que la luz radiante de este día les llene de
esperanza en este camino del Adviento. Que este día sus familias compartan la
alegría de vivir desde Dios.
La liturgia de este domingo nos presenta la figura de Juan el Bautista
llamando a la conversión al pueblo de Dios para preparar la venida del Mesías.
El evangelista describe cómo la Palabra de Dios fue dirigida a Juan en
un momento histórico de crisis: el del dominio del imperio romano; y en un
lugar especial: el desierto. Y es que Dios, el Señor de la Historia, sabe
responder al ser humano en momentos de prueba, cuando todo parece un callejón
sin salida. Para ello se vale de gente sencilla y pobre para abrir el camino de
la salvación. Cuando ya no hablaban los profetas y parecía que Dios se había
quedado mudo en el pasado, surge el profeta Juan con el fuego la Palabra Divina
llamando a la conversión y conmoviendo a todo el país.
El mensaje de Juan fue claro: enderezar caminos, rellenar valles,
rebajar montañas… es decir, vivir en igualdad y dignidad, como hijos de un
mismo Padre. El proyecto del Mesías Jesús, lo que llamamos “Reino de Dios”, se
comprenderá desde esta perspectiva de fraternidad universal.
Dios sabe dialogar y nos llama para que seamos sus profetas de esperanza
como lo fue Juan el Bautista. Nuestras familias emefecistas cumplen un papel
profético en la Iglesia y en la sociedad, afirmando de palabra y de obra que el
amor sigue siendo posible a pesar de las pruebas. No durmamos. No perdamos de
vista nuestra misión. Dios espera mucho de nosotros.
Quisiera dar una palabra para aquellas familias resquebrajadas por el
egoísmo, el odio o la violencia. Hermanos y hermanas, cuando todos nuestros
problemas parecen ya sin solución y sin salida, Dios es capaz de intervenir en
nuestra vida y dar una respuesta. A nosotros nos toca dar el aporte de nuestra
fe. Para ello, debemos pedir como hijos a nuestro Padre del cielo aquello que
más necesita nuestra familia. Dios no niega nunca su Espíritu Santo a aquellos
que se lo piden con un corazón confiado. Permite que el Señor te muestre el
camino. En este Adviento la vida renace. Levanta la mirada, está cerca nuestra
salvación.
Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

No hay comentarios:
Publicar un comentario