5º Domingo Ordinario
Lucas 5,1-11.
“Navega mar adentro, y echen las redes”
Queridas familias: un abrazo cordial para ustedes, pregoneras de buenas noticias. Sea este
domingo la oportunidad de celebrar juntos la vida que viene de Dios.
La Palabra que se proclama hoy nos ubica en una escena fascinante de la
actividad misionera de Jesús a las orillas del lago de Genesaret. La multitud se agolpa ansiosa para escuchar
la predicación del Maestro. La esperanza del pueblo que caminaba en tinieblas
está encontrando la respuesta en el humilde hijo de Nazaret. Desde una barca,
Jesús comparte con el pueblo los secretos del Reino y reta a Pedro a los
pescadores a navegar mar adentro para echar la red. Y, aunque a Pedro y a sus
compañeros no les valiera el sacrificio de una noche entera de trabajo sin
resultado de pesca, aceptan el reto de Jesús, confiados en su Palabra. Abundancia
de peces llenan las barcas. La mente de los pescadores no ha logrado asimilar
la sorpresa de este signo, y el Señor les llama a realizar una obra mayor: ser
pescadores de hombres.
Desde la barca de Pedro, que es la Iglesia, Jesús sigue anunciando su Evangelio,
despertando la esperanza y el compromiso por una nueva humanidad que construya
sus relaciones en el amor y la justica. Navegamos en el mar de la negatividad y
la maldad, pero ello no nos detiene para quedarnos anclados en aguas serenas;
somos pescadores y debemos realizar la tarea que nos es propia: pescar. Tiramos
la red a la humanidad para ofrecer una vida alternativa que nos lleve a la dignificación
como personas y a la salvación.
Como MFC tenemos en esta barca un campo especial de trabajo: las
familias. Navegamos en medio de una situación crítica de deshumanización de las
relaciones humanas: familias heridas por el odio, desintegradas, sin valores y
sin principios morales. Familias pobres que sufren el hambre y la injusticia. Familias
alejadas del Dios de la vida, encerradas en círculos de muerte y pesimismo. No
debemos quedarnos en la orilla, al margen de la historia y de los procesos
sociales. Tampoco estamos llamados a pescar en pecera, conformes con el número
de los miembros de nuestro Movimiento. Jesús nos lanza a remar mar adentro, en
medio de esas situaciones críticas. La conformidad y la instalación no hacen
parte del espíritu emefecista. Tomemos nuestros remos y salgamos con entusiasmo
al encuentro de las familias. Ánimo, tenemos un buen Capitán. Este es el tiempo
oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

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