27º Domingo Ordinario
San Lucas 17, 5-10: “Si ustedes tuvieran fe…”
Feliz domingo, hermanos y hermanas. Que el día de hoy
sea la gran oportunidad para acrecentar los lazos de la fe y del amor en
nuestras familias.
El Evangelio que se proclama hoy en la liturgia está centrado
en el tema de la fe y el servicio desinteresado. Para comprender mejor el por qué los apóstoles
piden al Señor que les aumente la fe, hay que ubicarse en el contexto del
relato, retrocediendo unos cuantos versículos. Al final del capítulo 16 encontraremos
la parábola del rico y el pobre Lázaro, que nos alertaba de vanidad de las
riquezas que nos impiden “ver a Lázaro” y nos hacen indiferentes ante el
sufrimiento de los demás. También nos encontraremos, al inicio del capítulo 17,
con los temas de evitar escandalizar a los pequeños, la corrección fraterna y
el perdón a los demás. Como se ve, hay una fuerte carga de enseñanza ética
concentrada en unos cuantos versículos; los apóstoles han quedado estremecidos ante
la desafiante propuesta de Jesús y nos les queda más que decir: “auméntanos la
fe”.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de fe? La fe
consiste en “fiarse” en Dios, en responderle con generosidad, en decirle “sí”
sin temor alguno. Es aceptar con total libertad y sin condiciones su propuesta
de salvación, tal como lo hizo María: “hágase en mí, según tu Palabra” (Lc
1,38). Es aceptar que nuestra vida personal y familiar, con sus luces y
sombras, es historia de salvación. Es reconocer que por las propias fuerzas y solo
con las “buenas intenciones” no podremos hacer vida la enseñanza de Jesús. Para
ser compasivos, para ser cristianos íntegros, para saber corregir al que se equivoca
en el camino, y para saber perdonar de corazón, requerimos necesariamente de la
ayuda de Dios. Las fuerzas humanas por sí mismas no llegan a ese nivel ético; la
fe, la confianza plena en el Dios del amor, nos abre la puerta a una vida
nueva, a tal punto que lo que consideremos imposible, como decirle a un árbol ‘arráncate
de raíz y plántate en el mar’, será realizable. “Lo que es imposible para los
hombres, es posible para Dios” (Lc 18, 27).
En este tiempo de fe “cero calorías” Jesús nos reta a
vivir la fe de una manera radical, no para obtener ambiciosamente honores o
premios particulares, sino para que experimentemos la grandeza de “servir la
mesa”. En nuestras familias es necesario renunciar al egoísmo, a la vanidad y
al orgullo para construir nuevas relaciones fundadas en el amor. Si vivimos con
una fe consistente y dispuesta a los planes de Dios podremos ver poco a poco
cómo los problemas del hogar y las dificultades del día a día se van superando.
Digámosle sí a Jesús, renunciemos a la tendencia de este mundo descreído y
abrámonos a la sorprendente novedad de la Palabra. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

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