Solemnidad de la Santísima Trinidad
San Mateo 28,16-20: “Yo estaré siempre con ustedes
hasta el fin del mundo”.
Estimados hermanos y hermanas, un saludo fraterno y lleno de bendición
para cada uno de ustedes, deseándoles que el Dios del amor, les muestre siempre
su voluntad salvadora y les dé la fuerza necesaria para cumplirla.
En este día la liturgia celebra con gozo el misterio central de nuestra
fe: la Trinidad de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Reconocemos, desde
la limitación de nuestros conceptos humanos, a un Dios comunitario, unido
perfectamente en la diversidad de Personas por un amor inagotable. Se trata del
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob que se ha manifestado en la historia de
forma progresiva como Creador, Redentor y Santificador. Es el Dios cercano,
amigo y fuente de todo bien que da sentido al universo y a nuestra propia vida.
Desde el bautismo, nuestra existencia está sellada por el signo
imborrable de su amor divino. Con Él iniciamos la aventura de la fe, experimentando
en “carne propia” el amor inagotable del Padre que nos creó; la fuerza de su
Hijo Jesús, hecho hombre por nosotros para abrirnos el camino de la libertad; y
el fuego artístico del Espíritu que poco a poco va forjando en nosotros la
figura de los ciudadanos del Reino, hasta que Dios sea todo en todos.
Por eso, debemos dejar que Dios se haga presente en nuestras vidas, abriendo
nuestro ser a su acción en la plegaria confiada, en el amor hecho vida en
nuestra relación con el prójimo y en la lucha contra el mal que desfigura la
belleza de la creación salida del pensamiento divino. Como cristianos estamos
llamados a reflejar en nuestra vida cotidiana el ser “comunitario” de Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, luchando por la unidad de la familia, la organización de nuestros
barrios, y procurando la justicia para toda la sociedad, empezando por los
pobres. Procuremos que Dios sea glorificado en las vidas de los que sufren. Este
es el tiempo oportuno.
Señor, Dios Eterno, Único y Verdadero, misterio
infinito de amor y de vida, Trinidad Santísima, haz de la humanidad creada a tu
imagen una sola familia, y que la comunidad eclesial, redimida por la sangre de
tu Hijo y renovada por el Espíritu, sea siempre un vivo reflejo de tu misterio
comunitario de amor, signo de liberación para los pobres y fermento de unidad y
de paz para todo el género humano.
Cordialmente, P. Freddy Ramírez Bolaños, cmf.
Si desea ver este
artículo en versión digital pulse aquí:
http://casadediosmfcpanama.blogspot.com
