1º Domingo de Adviento, Ciclo A.
Mateo 24,37-44: “Estén prevenidos, porque ustedes no
saben qué día vendrá su Señor”.
Queridos hermanos y hermanas, con el primer domingo de Adviento se
inicia el nuevo año litúrgico, un nuevo tiempo de gracia que el Señor nos
ofrece para crecer en fe y santidad.
La liturgia de Adviento nos
prepara de manera gozosa para celebrar uno de los acontecimientos centrales de
nuestra fe cristiana: el nacimiento de Jesús. La Palabra que se proclama este
domingo está tomada del Evangelio de Mateo. Se trata de un fragmento de género
apocalíptico, compuesto de un lenguaje simbólico para despertar la esperanza en
las comunidades que sobreviven a los embates de la persecución, la injusticia y
la opresión del imperio.
Jesús se encuentra reunido con sus discípulos. Sus enseñanzas se dirigen
a los oyentes en forma de refranes que colocan en paralelo la historia del
Antiguo Testamento y la persona del Hijo del Hombre. Noé, salvado de la devastación
del diluvio, experimenta la misericordia de Dios dirigida sólo a él y su
familia; pero en Jesús las cosas son diferentes, pues la salvación es ofrecida gratuitamente
a toda la humanidad. La salvación es un acto libre y responsable que implica el
estar siempre atentos y vigilantes al paso de Dios en nuestra historia. La alusión
a los hombres del campo y a las mujeres que se encuentran moliendo, no implica
que la salvación sea selectiva, sino que ocurre en el día a día, en los lugares
y espacios en los cuales nos encontramos. La vigilancia es la clave para
afrontar las contrariedades e incluso la monotonía de la vida. El final del ser
humano es un misterio, pero consiste en el encuentro definitivo con Jesús en la
eternidad; nadie sabe ni el día ni la hora, pues la venida de Jesús que tanto
esperamos, se dará de forma sorpresiva. Por eso, Jesús exhorta a sus discípulos
a permanecer firmes y fieles hasta el final. Las cosas no serán fáciles, pero
la recompensa y la alegría serán comparables con nada que hayamos visto u oído.
Por tanto, la llegada de Jesús no es algo trágico, sino una experiencia
transformadora y plenificante.
En este nuevo Adviento estamos llamados a estar vigilantes en los
diversos aspectos nuestra vida. En lo económico, procurando no derrochar el
dinero y siendo solidarios con los pobres. En lo familiar, cuidando el amor en
el matrimonio y entre padres e hijos. En lo ecológico, cuidando de la
naturaleza y sus recursos para que todos vivamos bien. En lo espiritual,
manteniendo un clima de oración en medio del ajetreo de la vida diaria, y
estando siempre abiertos a la misericordia de Dios. Este es el tiempo oportuno.
Cordialmente, su asesor, P. Freddy Ramírez Bolaños,
cmf.

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